En
Honduras su trabajo es constante con participaciones a las antologías de las
artes plásticas y exposiciones individuales además de las Bienales de escultura
y cerámica: de catorce realizaciones en nueve ocasiones ha resultado ganador en
diferentes categorías, llevándose en muchas ocasiones el primer premio. Su obra
se encuentra en muchas colecciones privadas, en galerías de arte, además de
poderse admirar en espacios públicos en diferentes ciudades del país;
recordamos aquí el grupo escultórico colocado en el Nacional de Ingenieros
Coliseum, los murales alegóricos a la cultura lenca en edificio Los Jarros, el
mural “Honduras” en la Embajada de los Estados Unidos, tres murales en el
edificio la Paz, dos murales en el edificio de Banco Atlántida en Tegucigalpa,
y el mural en azulejos del cine Géminis en San Pedro Sula. Como docente, fue
maestro de muchos artistas nacionales: Obed Valladares, Rafael Gerado Cáceres,
Armando Lara, Ernesto Argueta, Delmer Mejía, Darío Rivera, Adonay Navarro entre
otros.
En la última bienal de Escultura y Cerámica del IHCI 2011 fue galardonado
con el premio único en cerámica con la obra “Voces silenciosas”, obra que
aborda un fenómeno muy presente en la sociedad hondureña cual es el femicidio.
A través de la lengua de señas, manos como cabezas en cuerpos de mujeres dicen
un “no” a la violencia, pero su mensaje, al ser confiado a una señal, es
ignorado, se prefiere no ver y quedarse a ojos cerrados. Es de destacar que
cada una de las figuras presentadas tiene una característica que identifica
algún problema o reto que enfrentan el género femenino. Es un trabajo de denuncia
social, que trata con su sola presencia de causar una reflexión en quien la
admira. El tema de la mujer es recurrente y muy presente en la obra de Pastor,
en obras como “plato del día” refleja el rol de la mujer en una sociedad donde
es tenida subyugada y considerada en cuanto ama de casa o mujer-objeto. El
pasado 22 de noviembre, Pastor fue galardonado con el Premio Nacional de Arte
Pablo Zelaya Sierra 2013, reconocimiento por su gran trayectoria artística y
por su aporte al arte y la cultura hondureña.
La exposición que Pastor Sabillón
propone tiene como centro la mujer y los problemas fundamentales que la
involucran en modo directo en esta edad globalizada: Femicidio, migración y
trata de blancas.
En los últimos decenios la migración de poblaciones centroamericanas hacia
el norte del continente se ha hecho recurrente. Diferentes son los
factores que obligan a muchas personas a dejar sus propios países, con la
esperanza de poder alcanzar el anhelado “american dream”. Un porcentaje de los
migrantes son mujeres, para las cuales, el impacto es diferente respecto a los
hombres. Los flujos migratorios han creado en los límites fronterizos, trampas
donde muchas de las migrantes son detenidas con finalidades de explotación
sexual. Otros casos, muchas de las migrantes se ven en la necesidad de
recolectar sumas de dinero para poder continuar con su viaje o para pagar el
“coyote”, por lo cual optan por la prostitución, dada su baja formación escolar
y la poca oportunidad que existe para encontrar un trabajo en zonas
fronterizas. Las obras de Pastor
reflejan una cierta indolencia, sus figuras arrastran, con paso lento el peso
del sufrir, sus manos están cubiertas, atadas, no las pueden mover… sus rostros
de una límpida belleza permanecen inmutables ante la sonrisa del coyote o el
grito del verdugo. Los carnífices, cómplices y víctimas se ponen adelante o al
final del grupo. Las esculturas, libres de cualquier vistosidad
cromática, desean transmitir con franqueza, la dureza de la realidad que muchas mujeres
enfrentan hoy en día, marchan una tras otra sin alzar la cabeza para pedir
auxilio, mientras nosotros nos volvemos expectadores-complices de la escena.
Se propone de nuevo aquí el grupo de “Voces silenciosas”, merecedor del
premio único de cerámica de la XIV Bienal de Escultura y Cerámica del Instituto
Hondureño de Cultura Interamericana (IHCI). La obra de gran empeño y espesor
artístico no ha tenido ocasión para presentarse fuera del país. En El
Salvador como en Honduras, los índices de asesinatos contra mujeres son
altísimos. Como habíamos antes mencionado, la obra confía la comunicación del
mensaje a la lengua de señas, por lo cual el espectador deberá con cierta
inteligencia, ponerse más allá de la apariencia del bello y buscar en estos
símbolos, el mensaje que desean transmitir. La obra por lo tanto, invita a razonar, no solamente a pensar en un eslogan
publicitario, sino pensar en qué medida estamos comprometidos con cuanto pasa
en nuestros barrios, en la comunidad, en nuestras realidades.
Por esto el artista nos
invita a tutelar la mujer, base fundamental de nuestras sociedades, pilar del
hogar, factor importante en las economías familiares. Nos invita a no cerrar
los ojos ante los problemas de los cuales, de forma consciente o no, somos
cómplices silenciosos.