En esta condición nuestra, que yo llamo "poder" es un sistema o un conjunto de relaciones injustas y arbitrarias que viene difundido por los grandes medios de homologación y de estandarización, como son la publicidad y los instrumentos de comunicación globalizados; esto es transmitido, de modo ejemplar, en los discursos de la mentalidad común y vuelve cada vez, más opaca a la persona humana en su totalidad, ya que instrumentaliza cada una de sus necesidades. Este poder de hecho, no se acerca a nosotros como hombres completos, sino que se nos acerca ahora como productores, ahora como estudiantes, ahora como inquilinos, ahora como consumidores, ahora como hijos, ahora como necesitados de cariño, ahora como conjunto de derechos, ahora como sujeto de deberes, etcétera. En conclusión: poder es por lo tanto lo que pretende romper la unidad del hombre.
Tú necesitas alimento, ropa, casa, trabajo, formación, diversión, etcétera; fundamentalmente eres un ser lleno de necesidades. Por lo tanto, el poder se no acerca a ti en tu totalidad de hombre, si no que te despedaza y se dirige a ti ahora como productor, ahora como estudiante, ahora como inquilino, ahora como consumidor, ahora como religioso, etcétera; el poder tiende a romper siempre la unidad del yo, según el viejo refrán "divide et impera" (crea la división y dominarás). El hombre, por lo tanto, desaparece detrás de los roles que, poco a poco, le son asignados; y de esta manera, eres reducido al particular en el cual el poder está interesado; la grandeza de tu corazón es minimizada a aquella medida particular que le interesa al poder en aquel momento. Nunca deben de estar tranquilos acerca de esto: tengan cuidado en no dejarse definir por aquella mentalidad común que gobierna hasta el aire que respiramos y que domina el criterio de las relaciones entre los hombres.
Ryu Narukawa, Pequeña Antropología. pag. 13 -14
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