Volvamos a la historia.
En pasado se producían, además de intervenciones positivos, manipulaciones y devastaciones causadas por el hombre, además de la constante amenaza de la naturaleza, que tiende a alterar los materiales de los cuales están constituidas las obras de arte.
La vida de obra de arte y sus transformaciones en el tiempo se describen en un extraordinario párrafo de la escritora francesa Marguerite Yourcenar.
Leamos:
Desde el día en que una estatua es terminada, comienza en un cierto sentido su vida. La fase en la cual el escultor condujo la obra del bloque a la forma humana es superada; ahora una segunda fase, a través de los siglos, mediante una alternancia de adoración y admiración, de amor, de desprecio, de indiferencia, de grados sucesivos de erosión y de desgaste, la reducirán al estado de mineral sin forma del cual la había sacado el escultor.
A partir del Renacimiento numerosas son las leyes y los actos normativos que protegen el Patrimonio Cultural.
También es significativo el desarrollo en este período de las figuras institucionales encargadas de la protección del patrimonio cultural. Debemos recordar que en el 1513 el gran pintor Rafael fue nombrado por el Papa “Comisario de las Antiguedades de Roma”.
Miguel Ángel, Donatello y Benvenuto Cellini fueron no sólo artistas sino también restauradores.
En el siglo XVII encontramos todavía artistas comprometidos con la restauración como Gian Lorenzo Bernini, restaurador de numerosas esculturas antiguas que día tras día se encontraban en Roma y que el artista debía completar. Esculturas sin brazos, sin cabezas. Se quería devolver a estas obras de arte la unidad perdida.
¿Pero cómo?
El restaurador quien también era un verdadero artista, se ponía en los trapos del autor antiguo y con creatividad y escaso sentido crítico, completaba según su visión estética aquellas obras. Este tipo de renuevo, que hoy respetamos como importantes documentos de la historia cultural del hombre, alteraban la autenticidad de la obra de arte.
Este fenomeno, como veremos, continuará hasta que el artista y el restaurador pasen a ser dos figuras diferentes.
La restauración hoy es considerada una disciplina completamente separada de aquella artística. ¿Podemos estar seguros del aspecto original de las grandes obras que han llegado multiladas hasta nosotros?
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