FÁBULA DE LA MUERTE
Éste es el muro: no hay puente,
ni relámpago,
ni océano.
¿Cómo olvidar su exacto
dominio entre lo obscuro?
Me mareo de angustia
y te hablo de aquellos
que no tienen ni una piedra
en que tender los huesos,
porque, oh muerte,
¿qué inválido ignora los días de lluvia
cuando tú multiplicas
tus sillas de ruedas?
¿Qué anciano abandonado
desconoce tus hierros?
¿Qué animal perseguido
no sabe de tu trato?
De niño conocía tu apariencia
allá en mi pueblo junto a las fogatas
que hacen las pobres gentes.
TE solía mirar en mis textos
de escuela y alguna vez hablamos
sobre tus cacerías de mendigos.
O en el límite abierto de par en par
donde ella gritaba mi nombre
cada vez más distante,
ya entonces advertía
tu arena movediza.
Desde aquel tiempo a éste
me espías sin descanso.
Te reconozco en mis preocupaciones,
en los encuentros,
en la palabra diaria;
dentro de los sanatorios
de la nieve
donde se hace más pálido tu rostro,
y si moviera un dedo,
expiraría
en la palabra libertad que escribo.
Sí,
éste es el muro y su dudosa torre.
Y yo huyo -en círculos-
con mi frágil cuchillo
de marinero muerto.
18 de abril de 1930
Entre sus obras tenemos:
Éste es el muro: no hay puente,
ni relámpago,
ni océano.
¿Cómo olvidar su exacto
dominio entre lo obscuro?
Me mareo de angustia
y te hablo de aquellos
que no tienen ni una piedra
en que tender los huesos,
porque, oh muerte,
¿qué inválido ignora los días de lluvia
cuando tú multiplicas
tus sillas de ruedas?
¿Qué anciano abandonado
desconoce tus hierros?
¿Qué animal perseguido
no sabe de tu trato?
De niño conocía tu apariencia
allá en mi pueblo junto a las fogatas
que hacen las pobres gentes.
TE solía mirar en mis textos
de escuela y alguna vez hablamos
sobre tus cacerías de mendigos.
O en el límite abierto de par en par
donde ella gritaba mi nombre
cada vez más distante,
ya entonces advertía
tu arena movediza.
Desde aquel tiempo a éste
me espías sin descanso.
Te reconozco en mis preocupaciones,
en los encuentros,
en la palabra diaria;
dentro de los sanatorios
de la nieve
donde se hace más pálido tu rostro,
y si moviera un dedo,
expiraría
en la palabra libertad que escribo.
Sí,
éste es el muro y su dudosa torre.
Y yo huyo -en círculos-
con mi frágil cuchillo
de marinero muerto.
18 de abril de 1930
Hizo estudios de Maestría en Artes en la Universidad de Cincinnati (Ohio), fue director de revistas literarias y galerías de arte, fue catedrático de literatura y escritor residente en el Upper Montclair College ([Nueva Jersey]]); colaboró con los principales diarios y revistas de Honduras y demás países centroamericanos. Su obra poética ha sido favorablemente comentada en España, Cuba, Colombia y México.
En 1968 recibió el Premio Adonáis de Poesía (España), por su libro Los pobres (Editorial Rialp), convirtiéndose, de esta manera, en el primer latinoamericano que obtiene ese galardón. En 1971 su libro Un mundo para todos dividido, se hace acreedor al Premio Casa de las Américas, con un jurado integrado por notables autores tales como Gonzalo Rojas y Eliseo Diego. En 1990 el gobierno de Francia le otorgó el grado de Caballero en la Orden de las Artes y las Letras; murió hoy a las 2:20 de la mañana, producto de un infarto.
- 1959: Caligramas (Tegucigalpa)
- 1966: Muros (Tegucigalpa)
- 1967: Mar interior (Tegucigalpa)
- 1967: Breve estudio sobre la poesía y su creación
- 1968: Los pobres (Madrid)
- 1971: Un mundo para todos dividido (La Habana)
- 1981: Prosa armada
- 1985: Secreto militar
- 1987: Hasta el sol de hoy
- 1990: Obra completa
- Antología personal
- Los pesares juntos
- 1994: Máscara suelta
- 1995: El llanto de las cosas
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