martedì 11 febbraio 2014

Pastor Sabillón (Segunda parte)



En Honduras su trabajo es constante con participaciones a las antologías de las artes plásticas y exposiciones individuales además de las Bienales de escultura y cerámica: de catorce realizaciones en nueve ocasiones ha resultado ganador en diferentes categorías, llevándose en muchas ocasiones el primer premio. Su obra se encuentra en muchas colecciones privadas, en galerías de arte, además de poderse admirar en espacios públicos en diferentes ciudades del país; recordamos aquí el grupo escultórico colocado en el Nacional de Ingenieros Coliseum, los murales alegóricos a la cultura lenca en edificio Los Jarros, el mural “Honduras” en la Embajada de los Estados Unidos, tres murales en el edificio la Paz, dos murales en el edificio de Banco Atlántida en Tegucigalpa, y el mural en azulejos del cine Géminis en San Pedro Sula. Como docente, fue maestro de muchos artistas nacionales: Obed Valladares, Rafael Gerado Cáceres, Armando Lara, Ernesto Argueta, Delmer Mejía, Darío Rivera, Adonay Navarro entre otros.

En la última bienal de Escultura y Cerámica del IHCI 2011 fue galardonado con el premio único en cerámica con la obra “Voces silenciosas”, obra que aborda un fenómeno muy presente en la sociedad hondureña cual es el femicidio. A través de la lengua de señas, manos como cabezas en cuerpos de mujeres dicen un “no” a la violencia, pero su mensaje, al ser confiado a una señal, es ignorado, se prefiere no ver y quedarse a ojos cerrados. Es de destacar que cada una de las figuras presentadas tiene una característica que identifica algún problema o reto que enfrentan el género femenino. Es un trabajo de denuncia social, que trata con su sola presencia de causar una reflexión en quien la admira. El tema de la mujer es recurrente y muy presente en la obra de Pastor, en obras como “plato del día” refleja el rol de la mujer en una sociedad donde es tenida subyugada y considerada en cuanto ama de casa o mujer-objeto. El pasado 22 de noviembre, Pastor fue galardonado con el Premio Nacional de Arte Pablo Zelaya Sierra 2013, reconocimiento por su gran trayectoria artística y por su aporte al arte y la cultura hondureña.


La exposición que Pastor Sabillón propone tiene como centro la mujer y los problemas fundamentales que la involucran en modo directo en esta edad globalizada: Femicidio, migración y trata de blancas.

En los últimos decenios la migración de poblaciones centroamericanas hacia el norte del continente se ha hecho recurrente. Diferentes son los factores que obligan a muchas personas a dejar sus propios países, con la esperanza de poder alcanzar el anhelado “american dream”. Un porcentaje de los migrantes son mujeres, para las cuales, el impacto es diferente respecto a los hombres. Los flujos migratorios han creado en los límites fronterizos, trampas donde muchas de las migrantes son detenidas con finalidades de explotación sexual. Otros casos, muchas de las migrantes se ven en la necesidad de recolectar sumas de dinero para poder continuar con su viaje o para pagar el “coyote”, por lo cual optan por la prostitución, dada su baja formación escolar y la poca oportunidad que existe para encontrar un trabajo en zonas fronterizas. Las obras de Pastor reflejan una cierta indolencia, sus figuras arrastran, con paso lento el peso del sufrir, sus manos están cubiertas, atadas, no las pueden mover… sus rostros de una límpida belleza permanecen inmutables ante la sonrisa del coyote o el grito del verdugo. Los carnífices, cómplices y víctimas se ponen adelante o al final del grupo. Las esculturas, libres de cualquier vistosidad cromática, desean transmitir con franqueza, la dureza de la realidad que muchas mujeres enfrentan hoy en día, marchan una tras otra sin alzar la cabeza para pedir auxilio, mientras nosotros nos volvemos expectadores-complices de la escena.
Se propone de nuevo aquí el grupo de “Voces silenciosas”, merecedor del premio único de cerámica de la XIV Bienal de Escultura y Cerámica del Instituto Hondureño de Cultura Interamericana (IHCI). La obra de gran empeño y espesor artístico no ha tenido ocasión para presentarse fuera del país. En El Salvador como en Honduras, los índices de asesinatos contra mujeres son altísimos. Como habíamos antes mencionado, la obra confía la comunicación del mensaje a la lengua de señas, por lo cual el espectador deberá con cierta inteligencia, ponerse más allá de la apariencia del bello y buscar en estos símbolos, el mensaje que desean transmitir. La obra por lo tanto, invita a razonar, no solamente a pensar en un eslogan publicitario, sino pensar en qué medida estamos comprometidos con cuanto pasa en nuestros barrios, en la comunidad, en nuestras realidades.
Por esto el artista nos invita a tutelar la mujer, base fundamental de nuestras sociedades, pilar del hogar, factor importante en las economías familiares. Nos invita a no cerrar los ojos ante los problemas de los cuales, de forma consciente o no, somos cómplices silenciosos.






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