giovedì 19 maggio 2011

Walterio Iraheta

El nombre de Walterio Iraheta se asocia con una generación de artistas emergentes del escenario centroamericano. Algunos lo han clasificado, de manera más puntual, como perteneciente a una llamada “generación de postguerra”, refiriéndose a la guerra civil que lastimó a El Salvador durante toda la década de 1980.
Walterio Iraheta estudió artes plásticas, diseño y grabado experimental y era ya conocido como pintor e instalacionista antes de dedicarse a la fotografía. Su exposición El lado olvidado del corazón (2001) contenía documentos, páginas impresas y fotografías, mezcladas con un sentido del ensamblaje que todavía mantenía como referencia, aunque fuera para transgredirla, la materialidad y la bidimensionalidad de la pintura.
Sus preocupaciones conceptuales lo han llevado a exploraciones muy diversas, con una variedad de temas que van desde cuestiones que atañen a la memoria social y el trauma colectivo de la postguerra (en la serie Exhumaciones, de 2006) hasta reflexiones irónicas sobre el condicionamiento sexual y clasista de nociones como el heroísmo y el poder (en Kriptonita, también de 2006) o, más recientemente, (como en Mis pies son mis alas, de 2008),  a una ingeniosa combinación de referencias que incluyen implicaciones fetichistas y alusiones al surrealismo, junto con una representación del calzado como símbolo de la pérdida y de la ausencia.
Landschaft (2008) comparte con la serie anterior el gusto por las reelaboraciones simbólicas en un contexto cotidiano. Son obras que atienden especialmente a las formas y las estructuras, abriéndose ocasionalmente a ciertos matices líricos que son recurrentes en todo el trabajo de Iraheta. Por otra parte, estas fotos parecen originarse en un ejercicio de observación que es reelaborado como gesto estético. Pudieran referirse a una cualidad de las cosas, pero en el fondo nos hacen atender a una manera de ver las cosas.
La representación es aquí una manera de codificar la mirada del autor, más que un soporte para el discurso. Aun cuando Walterio Iraheta insistiera en las implicaciones sociales de esta reflexión sobre la tensión entre naturaleza y cultura (tema que sigue siendo importante para muchos artistas contemporáneos), así como sus implicaciones ecológicas, no lograría distraernos del hecho de que estamos ante un ejercicio de representación intensamente concentrado en la reelaboración estética de las formas. Para decirlo en pocas palabras, la combinación entre retórica, dramatismo y discurso en estas fotos, puede ser interpretada como una manera personal de relacionarse con la belleza. Y de incitar a una percepción de la belleza como hecho común e inmediato.

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